29 septiembre 2010

Max, un maricón en el III Reich

Me andaba preguntando yo hace unos meses a cerca de la situación de los homosexuales en la Alemania nazi. Algo me habían explicado años atrás y muy superfluamente en clase de Historia, pero de eso tan solo quedaron esbozos simplistas y silenciados quizá por la falta de interés con respecto al tema (falta de interés por mi parte y por la de los libros y profesores de Historia). El caso es que por activa o por pasiva desconocía el tema hasta hace unos meses, cuando me topé con un texto muy interesante en el que se explicaba que la homosexualidad se trataba de un defecto genético, una tara; y por ello, se consideraba en un estatus de inferioridad a aquella persona cuya atracción sexual se decantase por alguien de su mismo sexo (no hablemos por ahora de los transexuales, que ellos siempre fueron cosa aparte o más de lo mismo para algunos). Ello se castigaba con prisión, con la pérdida total de los derechos civiles y con el exterminio. Pero la situación aún pintaba peor. A las personas consideradas "antinaturales" (este concepto aún sigue vigente en la mente de muchas personas) no solo eran llevadas a los campos de concentración nazi, torturadas y marcadas con un triángulo rosa para clasificarlas en la sección "pervertidos" (ya se sabe que los nazis eran muy ordenados), sino que además sufrían vejaciones por parte de sus propios compañeros "naturales".

Días después comenté el texto con una amiga que sí se había interesado por el tema y directamente sin hacer muchos comentarios me redireccionó a una obra de teatro llamada "Bent" del dramaturgo norteamericano Martin Sherman, donde se trata el tema. Por fin y entre tanta tiniebla despreocupada alguien lo sacaba a la luz.

Pues bien, el hecho de que tengo varias novelas y obras de teatro pendientes por leer me ha impedido acercarme al texto, que no dudo que sea interesantísimo. A cambio ayer vi la película homónima bajo la magnífica dirección de Sean Mathias y cuyo guión fue escrito por el mismo autor de la obra teatral.

Al principio del film vemos a un veinteañero promiscuo y despreocupado llamado Max (interpretado por un joven, pero no por ello principiante Clive Owen) que pasa sus noches en una especie de cabaret berlinés donde se reúnen gente de distintas esferas sociales y tendencias sexuales a llevar a cabo un mismo propósito: dar riendas sueltas a sus deseos más instintivos, casi de forma voraz. Algo típico del Berlín del primer tercio de siglo XX. Allí se mezcla en la atmósfera el sabor a carmín pasión con el olor del desenfreno, y de fondo la caricia melancólica de una melodía interpretada por la transformista Greta (papel interpretado de forma soberbia por Mick Jagger, sí, sí, el de los Rolling). Todos ellos se mecen en la barca del hedonismo, sin avistar tierra firme. ¿Hasta cuándo? Da igual, no hay tiempo. Sí. Hasta que las "secciones de asalto" (más popularmente conocidos como las "SA") ponen en marcha el reloj de arena marcando el principio del final. El resto, es historia. Toca sin tocar.

Y como una imagen vale más que mil palabras, vean la película y juzguen por ustedes mismos.

 El resultado en una sola palabra: impresionante.
http://www.youtube.com/watch?v=TtcfmJG3JnE

Born to be queer!

Queridos lectores. 


Me complace el darles la bienvenida a este blog de temática "queer" y contenido diverso. Multitud de películas, libros, canciones, fechas, datos históricos, personajes (y personajazos, que no es lo mismo) y situaciones disparatadas que guarden alguna o ninguna relación con la susodicha temática posarán, sin ánimo de lucro pero no por ello de forma voluntaria, para que ustedes puedan deleitarse, verter por boca o quejarse antipáticamente (ello sí es opcional) ante sus retratos. Mi pluma hará el resto. Con respecto al tono, éste irá de lo más petardo a un poco de cultureo de a pie, pasando por "la controversia" (añádase acento italiano).

Y "queer", ¿qué es? Un diccionario online (no diré cuál pues siendo diccionario y además online, ¿qué más da? El rigor lingüístico no hizo acto de presencia) la define como "loca, marica, apio (lo de apio me encanta por lo evocador), bujarra, bujarrón, lesbiana, maricón, mariposa, invertido, invertida, pluma, sarasa, transexual, julay, joto, muerdealmohadas, extraño, excéntrico, enclenque, enfermizo, estrafalario, mal, malo, indispuesto, raro". Y yo me pregunto: ¿tantas acepciones tiene la palabra "queer" o son tan solo sinónimos? En tal caso, ¿Karmele es queer? Porque mira que la tía es rara, rara, rara. ¿Y Fraga? Porque éste sí que lleva a cuestas más de una significación. No, la Esteban no es "queer" por mucho que insista con su "¿entiendes?", ni se va a hablar de ella en este blog más que lo que queda escrito. Y como ya he repetido la palabra queer varias veces, le quito a la pobre las comillas, que ya empieza a estar harta de tanto destacar.

Sea como fuere, mi intención de definir bien esa palabra va más allá de lo meramente lingüístico. Se trata de entender (en el sentido primero de la palabra) todo aquello que significa y significó ser queer y también lo que no, faltaría más.

Y como no hay demasiadas cosas tan democráticas como escribir lo que uno considera, opinen; que en lo referente al "Krátos" que a mí me corresponde, borraré lo que considere oportuno, o más bien lo que no.

Inevitablemente,

Yo