03 octubre 2011
Vivimos en un sistema que mata (I)
Estupefacto, impactado, asqueado. Así es como me he sentido en el super esta tarde cuando me ha dado por preguntar, por abrir los ojos, por preguntarle al carnicero: "Perdone, le voy a hacer una pregunta un tanto rara, pero ¿tiene alguna carne de animal (cerdo, ternera, pollo, pavo...) que haya sido criado al aire libre en un corral o algo?" y él con su consciente honestidad me ha contestado: "No, ninguna, toda la carne que ves aquí procede de animales enjaulados en granjas de explotación masiva." ESTO SUCEDE EN LA MAYORÍA DE SUPERMERCADOS DE BARRIO DONDE COMPRAMOS CARNE. Sí, puede que los humanos seamos omnívoros, que la carne sea necesaria para nuestro organismo o que los animales (solo algunos) se coman los unos a los otros; pero no me negarán que es aberrante comprar cierta carne en el supermercado, en otras palabras, contribuir a que millones de animales nazcan, vivan y se pudran entre rejas de por vida. Claro que el lobo caza al conejo, el tigre al cernícalo y la serpiente al ratón, pero piensen ¿realmente alguno de ellos encierra a su presa de por vida, la ceba y le pone una luz 24 horas al día para que no deje de comer o poner huevos?
Por otra parte sólo tenemos que mirar a nuestro alrededor para ver la cantidad inmesurable de carne que compramos y que tiramos a la basura. Unos expertos nutricionistas (http://nutricioniesgv.blogspot.com/2009/12/menos-carne-roja-y-mas-carne-blanca.html) recomiendan consumir carnes rojas (las procedentes de mamíferos) tres o cuatro veces al mes y tres raciones semanales de carnes blancas (aquella procedente de aves). Ni yo soy nutriocinista para corroborar que esto sea del todo cierto, aunque sí es lo que tengo entendido desde hace tiempo dado mi interés por el tema en cuestión; ni tiene por qué ser así. Pero si reflexionamos a cerca de la cantidad de carne que consumimos a la semana, y cuando digo carne, no digo "pollo asado" o "filete de ternera", no, digo: avecrem, sopas hechas a partir de caldo de pollo, salchichas, croquetas, albóndigas, pizzas, hamburguesas, mortadela, salchichón, chorizo, la carne picada de la pasta...; nos daríamos cuenta de que algunos nos pasamos consumiendo carne, contribuyendo, en definitiva, a robarle la libertad, el derecho a vivir de forma natural a muchos animales.
Últimamente estoy mosqueado conmigo mismo por quejarme de la vida y no proponer soluciones prácticas. Pues este tema la tiene. Y es sencilla. Consiste en sencillamente preguntar en el supermercado qué carne procede de animales criados al aire libre, en corrales, en libertad plena o parcial. Sé que solo en algunos supermercados, como en el del Corte Inglés, es fácil conseguirla. Es más cara, pero también podemos consumir la carne que sea estrictamente necesaria para nuestra salud. Y por supuesto, está mucho más rica y sabrosa. Tanto es así, que la primera vez que comí pollo de corral (hará tres años en las próximas Navidades) no podía creer que esa carne deliciosa fuese lo mismo que te venden en el super o en una pollería. Hacernos vegetarianos es otra opción (absolutamente aceptada por mi médico). Existe una tercera que es olvidar lo leído, y volvernos insensibles frente a este sistema que nos vuelve ignorantes, nos cierra los ojos, que nos hace consumir más (en este caso carne) de la que necesitamos con tanta publicidad, que siente indiferencia por el sufrimiento de muchas especies animales, que le confiere una importancia desmedida al hacer dinero, que algunos alimentamos día tras día, que MATA.
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