21 octubre 2012
Celebro la vida
Sí, gente de sonrisas valientes, de líneas de expresión por tiempos inciertos que parecieron prolongarse eternamente. Sí, hoy celebro la vida. Cojo una copa de champagne y brindo con el pasado. No hay rencores. Me paseo por aquella vivienda vacía y polvorienta, donde un día dormimos y hablamos de las mujeres corpulentas de espíritu. No pagamos, tan solo delinquimos porque era nuestro deber como jóvenes creadores de frenesí y locura. ¡Viva la puta locura, que nos hace libre y bailarines improvisados! ¡Viva el arte de improvisar en cada momento, de crear canciones sin estribillos, de llorar y reír sobre la marcha, de perder la cabeza por su amor! Hoy brindo con mi vulnerabilidad por haberme echo partícipe de tantas fotografías que guardo enmarcadas en el mismo baúl donde me dejé las máscaras. La vida es un carnaval, un funeral donde todos visten de negro y lloran al unísono, la vida es aquello que decimos de manera pretenciosa pero sentida y, sobre todo, lo que no sabemos poner en palabras sino en muecas. Gracias vida por darme conciencia de mis derrotas y triunfos. Gracias conciencia cuando te callas, porque estás como ausente. No quiero volver a amarte con cada gota de sudor, pero es que... tampoco te me vayas. Quédate y ponte cómodo. Mientras tanto, puedes echar un ojo a mis álbumes de fotos o brindar conmigo.
06 julio 2012
El Casimirismo.
Quiero crear mi mundo: el Casimirismo, u otro nombre (a convenir).
Me lo imagino así: un mundo en el que todos ganásemos el mismo dinero sin importar la raza, sexo, color o profesión. Da igual, podrías ser puta, mecánico, carnicero, físico cuántico o técnico industrial; jugar en primera o segunda división; cantar en orquesta o presentarte a Operación Triunfo, que tus sudores y lágrimas, despertares matutinos u horas extras serían valorados de la misma forma. Además cada uno estaría en su puesto, desempeñando su labor desde su más honesta voluntad, capacidad e ilusión, puesto que el ganar más dinero o estatus social que no sería un incentivo, sino que habría un mero intercambio de servicios. Yo trabajo para lo que valgo y me gusta y ello me permite cubrir algunas de mis necesidades básicas: comer lo que necesito para estar sano y vivir en un lugar aislado de las condiciones climatológicas adversas al bienestar humano. Por supuesto, cada uno sería libre para embellecer su refugio o morada a su gusto y a un mismo precio.
Otras necesidades básicas como el sexo o el amor correrían a cuenta de cada cuerpo o alma.
En mi mundo no se prohibiría casi nada. Pero aquellos que se sintiesen capacitados para estudiar las cuestiones fundamentales relativas al placer sensorial-mental-espiritual del ser humano tendrían como oficio instruir a los seres en las propiedades curativo-evolutivas de la música, la pintura, la escritura y lectura, la interpretación, el sexo libre (y si es con amor mejor), el contacto con la naturaleza o el respeto por todos los seres vivos o inertes de la creación.
Quienes, por cuestiones inevitables a su genética, estuviesen condicionados para dañar física o psicológicamente a otras personas serían automáticamente sometidos a terapias de amor o humor al fresco. De no encontrar solución y cometer algún delito mayor, serían condenados a aprenderlos de manera automática y bajo vigilancia permanente.
No se invertiría un céntimo en casar o separar a nadie, pues de todos es sabido que el acercamiento o el alejamiento entre seres es algo como mínimo voluntario, como máximo causal. Del mismo modo, cada uno sería libre de creer en Dios, Dior, Diosa o Gaia, pero eso no daría derecho a ninguna creencia a recibir bienes materiales del estado o de los ciudadanos para construir nada. A Dios lo que es de Dios, al César lo que es del César. Y el arte de todos para todos.
La educación no estaría basada en imponer nada, puesto que nada es del todo cierto ni unívoco, sino en preguntar y en mostrar lo aprendido a través del triunfo de la experiencia o de los sentidos. Nada se daría completamente por seguro, aun por consenso, sino como recomendable o como base para llegar a otro punto. Cada postulado sería cuestionable. La intuición estaría categorizada como mejor guía para la toma de decisiones.
La sanidad sería pública, eso siempre, e incluiría todas las dimensiones de los seres: la emocional, física, psicológica o la que contempla los comportamientos y hábitos de los pacientes en cuestión. Un fármaco sería un último recurso. El miedo sería considerado mal mayor y principal causa de la medicina preventiva.
La prisa, así como el hastío, la discordia o la prepotencia estarían severamente castigadas so pena de terapia creativa, es decir, se sometería al paciente (que padece alguno de esos males) a una previa reflexión y a una posterior obligación de crear algo constructivo contrario a su conducta impertinente, ya sea un número de humor o una escultura de arena al saber estar.
Los casos penales serían juzgados por un jurado sabio-popular y absolutamente ajeno al delito. La pena de muerte estaría prohibidísima, por absurda y superficial.
La televisión dejaría de existir.
No existirían las fronteras, aunque sí la propiedad privada. La misma para todos, la cual tendría que ser respetada y trabajada por ley. Si los seres humanos no hacemos nada por mejorar nuestro hábitat, empezamos a ser no solo inútiles sino molestos para nuestro ecosistema. Habría zonas neutrales que podrían ser visitadas por cualquiera para el posible disfrute de los sentidos. Las propiedades privadas solo podrían ser penetradas bajo previa invitación cordial del dueño. El mar, la selva Amazonas y otros territorios, donde la biodiversidad es abundante, serían zonas naturales mas protegidas para garantizar un desarrollo sostenible. La caza de animales estaría altamente vigilada para que ningún pollo o cerdo acabase en un contenedor de un parque porque el hambre post-juerguil fuese tan solo parcial. De hecho, la venta ambulante de comida hecha conllevaría la medición de glucosa en la sangre. Si no es necesaria, no es necesaria. La muerte de cualquier animal jamás debe ser un capricho de media noche.
Como el capitán Hook, mandaría a destruir todos los relojes del mundo. El tic-tac ya no sería nunca más un incordio, condicionante o causa de stress. Los eventos y acciones se programarían de acuerdo a la posición del sol y su duración se limitaría con cronómetro o atendiendo a su ritmo particular.
Los tejidos de la ropa serían, en su totalidad, de origen vegetal.
El nudismo sería absolutamente lícito y recomendable cuando las condiciones lo propiciasen, al igual que el sexo. De esta forma, se naturalizaría y el mal humor caería en picado. Los complejos se irían a tomar viento fresco.
Mi mundo estaría lleno de música por todas partes. Las revoluciones habría que hacerlas bailando y todo el mundo sería invitado a llorar siguiendo la escala de blues.
Mi mundo se basaría en las siguientes máximas: Ámate, ríete y no digas que no a tus apetencias si se basan en el respeto.
Se llamaría Casimirismo, no por honor a mí ni mucho menos, que poco méritos merezco tras una existencia algo inconsecuente, sino porque al ser mi mundo estaría yo y también estarías tú. Estaríamos los dos.
Y ahora, escuchemos esta canción.
http://www.youtube.com/watch?v=uNsmF9JTpuI
30 junio 2012
Microrrelato de un meditabundo 5 minutos antes de irse a la cama
Las 8 y algo de la tarde. El cabrón no puede ir más lento. A ver... Nada, a esperar. Voy a escucharla otra vez. Ta na na nán Ta ta na ta na na nán Ta ta na ta na na nán Ta ta na ta na na nán taneino Suddenly something has happened to meee as I was having my cup of teaaa Llego al tono. Podría cantarla en algún concierto que diese algún día. Tengo que buscar grupo. Ya. Podría incluirla en el repertorio de versiones. Sí. Y cantarla ahí arriba, rodeado de cuadros de aquella artista menorquí de ochentaytantos que sabe perfectamente cómo darle peso y apoyo a sus personajes, o personas, vete tú a saber. Amantes, seguro que amantes. Igual es buen destino para descansar. Me dijeron que en Menorca se puede hacer eso. Entraré en contacto conmigo mismo. Me escucharé, y de fondo al mar. Yo, y el mar. No sé... puede que alguien interesante que ame, que me ame un par de noches, a la luz de la luna. No imagino quién. Ya veré. Do you know you made me cryyy oouooh? La voy a echar de menos. Aunque sea una semana. La verdad que no me ha dado apenas tiempo de hablar con ella. Claro, con la fiesta y todo el rollo. Pero necesito aunque sea eso, una mirada y saber ella que yo estoy bien. Recuerdo cuando dormíamos juntos. Sentía su calor, y eso me hacía sentir seguro, cómodo. Su olor. También. Tengo que ayudarla. Lo necesitamos. Ya. Por fin. Venga, ahora a toda ostia, y rápido a mi carril,,. Joder, debo ir a 130 por lo menos. Que termine ya. Puto camión, no podía ser más largo. Ostias, ¡¡¡ostias!!! No, por favor. Me lo voy a comer. [Orden de frenar a tope+Orden de girar el volante a la derecha. Modo: Instinto de supervivencia activado. Pulsaciones por minuto : 90. Respiración: normal]. Que termine ya, por favor. (Suspensión del tiempo. Los sentidos se abren de par en par. No hubo lágrimas, ni toda una vida pasar. Tampoco hubo luz cegadora, ni airbags. Sólo él con nadie más). Stop. Eject. Insert. Play.
A veces vuelvo atrás, antes de todo eso, como quien mira fijamente al horizonte. Me parece hermoso, u horrible, o probablemente un poquito de ambas cosas. Por lo que causa, o por ser consecuencia de lo anterior. Pero eso que yo veo no existe como tal más que en mis espejos del alma. Y a cada segundo le pongo un nombre o color. Por eso es pasado, y yo, presente. ¡Uy! Las seis y algo de la mañana. Me voy a la cama.
31 marzo 2012
Unforgettable
18 enero 2012
Caca a la brasa, de primero.
En realidad, no conozco el origen de tan empleada expresión, pero me resulta tan imprecisa como intencionada. Imprecisa porque... ¿qué es todo? Se supone que comida, pero ¿qué es comida? Porque en Tailandia los escorpiones, escarabajos o la ensalada de gusanos son auténticos manjares, y en la época del hambre en la posguerra civil española, se comían gatos, incluso te los vendían por liebres. Entonces, ese "todo" no es más que "nada" en concreto. Pero esto no es absolutamente cierto, ya que cada vez que la escuchamos, sabemos más o menos a qué se refiere ese "todo" y no es más que a todos los productos que están en el mercado, y ello incluye salchichas, pizza, filetes rusos, albóndigas, croquetas, champiñones, ketchup, salsa brava, mostaza, salsa tártara, patatas fritas, sushi o naranjas de la china, entre otros millones de alimentos que podemos encontrar en la estantería de cualquier super. Pero si realmente necesitásemos comer de todo para estar sanos, ¿cómo se entiende que muchas de las generaciones anteriores se pudiesen alimentar durante toda una vida a base de legumbres? ¿Y qué pasa con aquellos alimentos que apenas se comercializan en nuestro país y por lo tanto apenas consumimos, como la carne de canguro? ¿Tengo menos esperanza de vida si durante toda mi vida no pruebo las nueces de macadamia? (que mira que están buenas, ¿eh?). Pues eso, que me suena a mito falso para que compremos de todo y pongamos obeso a nuestro sistema capitalista; el de compre un kilo, tire cuarto y mitad; para sobrealimentar a la cultura del envase en la que prima lo superficial, las modas: ahora es la comida japo, hace unos años era la comida thai y en un futuro, vete tú a saber.
De cuatro médicos a los que he preguntado, tan sólo uno considera que comer carne sea necesario para estar sano. Yo creo que es mentira. Que para estar sano, hay que vivir sin prisas, con mucho amor hacia uno mismo y los demás, hacer un poco de deporte, beber mucha agua y obtener los nutrientes necesarios para el organismo. Como consiga yo mis proteínas, eso es asunto mío. Como explotemos los recursos naturales, eso es o debería ser asunto de todos. No digo que no haya que comer carne, puesto que, como seres omnívoros que somos, si estamos en condiciones de elegir, podemos elegir. Pretendo decir que creo que deberíamos sumar la cantidad de carne o pescado que consumimos a la semana, por establecer un parámetro. Porque carne y pescado son los filetes, salchichas, albóndigas, croquetas de jamón o pollo, pizza de jamón o bacon, carne picada para la pasta, avecrem de las sopas, muslo de pollo para el cocido, chorizo para las lentejas, embutidos de todo tipo, paté o foie, el atún de las ensaladas, la merluza, entre otros alimentos. A la carne consumida deberíamos sumarle la tirada a la basura. Y ello deberíamos compararlo con la cantidad de proteínas animales (2-4 raciones de carne y de 3-5 raciones de pescado semanales) necesarias para el organismo. Proteínas, según 3 de los 4 médicos encuestados, que pueden ser sustituidas por proteínas vegetales. No digo que no haya que comer carne, repito. Pretendo decir que deberíamos ser conscientes de la cantidad de animales presos, maltratados, enjaulados y explotados que viven en granjas de explotación masiva y que son matados para satisfacer nuestro paladar exquisito y exigente. Y ello no debería ser lo normal.
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