tú puedes,
yo carezco de voluntad,
de piernas.
Me transporto al mundo de los sueños
cada vez
desde el rellano de un edificio muy antiguo
de los años infinitos',
sin techo ni paredes adosadas a las puntas
de mis aletas empantanadas.
Nunca llego arriba, donde uno se tiende
en la yerba mojada a fumar mariposas,
donde uno tiende a dar vueltas en ninguna dirección,
sin tiempo,
solo pero uno.
Te añoro, mañana.
Te me apeteces, pasado, en secreto.
Despierto mi conciencia a las órdenes de unos profetas sin prefacios,
de reyes sin reinos, para estar presente
y me duelen los brazos, anclados, magullados
y exánimes.
Dime dulces mentiras.
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